domingo, 2 de marzo de 2014

Para el día en que me muera

Para el día en que me muera,
no quiero hacer muchos encargos, 
volveré a la nada porque como cualquiera
de ella procedo.
Tan sólo pido que no metan mis cenizas en un nicho, 
sino que las esparzan en un cerro 
donde hubiera una bella vista 
de las montañas
y, a poder ser,
un árbol
de ésos, centenario.
Y que ese ácto, no demasiado numeroso,
de amigos, familiares más cercanos,
sea un hasta luego, amigos, fue un placer
compartir este viaje,
espero no haberles defraudado,
aunque el hasta luego
suene a broma cruel
'et in polvum reverterit'..

sábado, 10 de agosto de 2013

Receta

Huevos revueltos casa pablo
Ingredientes:
1 cebolla
1 diente de ajo
algunos tomates cherry
3 huevos
sal y pimienta
Mantequilla para freir
Elaboración:
En una cocina de circunstancias, observa que hay cebollas, ajos, tomates cherry y huevos. Entonces procede a picar la cebolla, trocear los tomates cherry y el diente de ajo. A continuación, en una sartén caliente con la mantequilla derretida empiece a freir lo troceado.
Bata los huevos en un plato aparte. Cuando la fritura esté en su punto, agréguelo a los huevos y mézclelo, se formará una pasta de colores que pondremos en otra sartén con mantequilla derretida y ahí haremos los huevos revueltos. Cuando tenga la consistencia a su gusto, sazone con sal y pimienta y voilá!

lunes, 17 de junio de 2013

Uno regresa

Uno regresa a las ciudades desordenadas,
por un instante,
para recuperar el aroma.
Para perderse
en sus callejuelas,
y pasear
como transeúnte solitario
por sus avenidas
y sus plazuelas.
Uno regresa a las ciudades desordenadas,
para recobrar
lo vivido,
para tomarlo y no dejarlo escapar,
como si la nostalgia
fuera la prueba manifiesta
del vacío
que deja
el alma que abandona
estas ciudades de geometría difusa
e inconexa.

martes, 5 de marzo de 2013

El cuento de caperucito rojo y la lobita Manuela

El cuento de caperucito rojo y la lobita Manuela. Érase una vez que se era pues tal vez nunca fue, un niño al que todos llamaban caperucito porque llevaba una caperuza roja. En realidad se llamaba Carlos pero los chicos del barrio solían llamarle Carlitros. Una mañana la madre de Carlitros venía del mercado sudando la gota gorda del mes de agosto, cuando le dió al niño un encargo. "Anda, ve a llevarle esto a tu abuelo Alberto que está en cama desde hace una semana". Dicho y hecho, se puso en camino, sorteando un camino sinuoso, una ribera entre álamos, hasta que se encontró a una linda lobita no menos fiera que el lobo del cuento clásico original.
De pronto, le dijo: "Hola chico, ¿qué llevas en el cestito?" Caperucito con su desparpajo habitual, contestó: "Un kilo de pollo frito y una botella de vino tinto para mi abuelo que está malito". La lobita propuso, conocedora de la zona: "Haremos una cosa, tú vas por el camino que va cerca de los álamos y yo iré por ese otro que es mucho más largo..." Experta en el arte del engaño, la lobita llegó antes que el de la caperuza colorada a casa del abuelito y llamó a la puerta. "Toc, toc" "¿Quién es?", preguntó el abuelito desde su posición horizontal en la cama. "Soy yo, Caperucito tu nieto", dijo la lobita falsa, fingiendo la voz de su nieto. El abuelito la animó a pasar y, en un santiamén, la lobita se comió al abuelo. Mientras tanto, el esforzado Caperucito, llegó a casa de su abuelito enfermo y llamó a la puerta como de costumbre. ¡Qué sorpresa se llevó al ver que su abuelito estaba tan cambiado! Pensó: "Debo irme al oculista del hospital del estado a graduarme la vista de nuevo". Entonces le dejó al abuelito la cena en la mesita de noche y empezó su turno de preguntas: "Abuelito, ¡qué orejas tan grandes tienes!" "Es para oirte mejor", dijo el pseudo-abuelito. "Abuelito, ¡qué ojos tan grandes tienes!" "Es para verte mejor, caperucito adorado" "Abuelito, qué boca tan grande tienes" "Es que me hice la cirugía" y zas, se comió a Caperucito. Tan satisfecha estaba la lobita que se puso a descansar en la cama. Como Caperucito no llegaba a su casa, la propia madre se presentó donde vivía el abuelo y descubrió a la loba tumbada en la cama. Cogió unas tijeras grandes y, con gran sangre fría, le abrió el estómago, sacó al abuelito y a caperucito y a la lobita la curó y la envió al zoológico previa llamada a los agentes forestales.
Colorín, colorete, mi abuela vive en Alpedrete.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Hace mucho que no te escribo

Hace mucho que no te escribo
y, sin embargo,
no entraré de lleno
con mi inventario de lugares
comunes.
Te podría narrar
las vicisitudes de la oficina,
de la casa, de los niños,
podría contarte
lo que me falta
pero también lo que me sobra.
De cualquier manera, yo sé
que ningún mal es completo,
ninguna satisfacción es plena.
Suelo imaginar
que tú eres una de mis utopías
posibles y aspiro
a sentarme a tu lado
a escuchar el silencio,
a desmenuzar juntos
los instantes de la tarde.
Hace mucho que no te escribo
y ya te estoy echando de menos.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Siguiente poemario

Las Alamedas Sin Nombre
http://alamedassinnombre.blogspot.com.es/2012/12/el-silencio-dice-tantas-cosas.html

jueves, 22 de noviembre de 2012

Toco a tu puerta

Toco a tu puerta y la encuentro cerrada.
No hace falta ser un portento para darse
cuenta de que no estás o no estás para mí.
Supongo que todo infierno tiene su purgatorio​.
Dicen que el tiempo resuelve
los asuntos inacabados,
pero ya no es la prisa mi
mala compañera,
no es el silencio que me protege
en ocasiones,
y que se convierte
en el sonido
de esta morada que soy yo mismo,
es la tristeza
de llamar a tu puerta
y tener la certeza
de que no estás.
¿Crees de veras
que me iría mejor
sin llamar a tu puerta?
¿Si te archivara como a
un informe en una carpeta
accesoria?
Pero no me es posible
a sabiendas de que tu recuerdo
me hace extrañar
todas aquellas cosas
reales o inventadas,
todos aquellos sueños
alimentados
por la imaginación
 y no llevados a efecto.