Para el día en que me muera,
no quiero hacer muchos encargos,
volveré a la nada porque como cualquiera
de ella procedo.
Tan sólo pido que no metan mis cenizas en un nicho,
sino que las esparzan en un cerro
donde hubiera una bella vista
de las montañas
y, a poder ser,
un árbol
de ésos, centenario.
Y que ese ácto, no demasiado numeroso,
de amigos, familiares más cercanos,
sea un hasta luego, amigos, fue un placer
compartir este viaje,
espero no haberles defraudado,
aunque el hasta luego
suene a broma cruel
'et in polvum reverterit'..
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