viernes, 30 de octubre de 2009

Quehaceres.

Quehaceres, algunos más dignos que otros, algunos más olvidados que otros. En la ardúa tarea del camino cotidiano, en la carrera de obstáculos que supone la vida, muchas veces apartamos lo verdaderamente importante y le damos cabida a lo accesorio, a lo estéril y al artificio. Por eso cuando retomamos el rumbo por la senda de lo esencial y de la raiz de un problema, comenzamos a esclarecer todos aquellos nubarrones que no nos permitían avanzar. Teniendo en cuenta a Platón con el relato de La Caverna, podemos entender el conocimiento como esa ráfaga de luz que aclara la oscuridad del entendimiento. Por eso, aunque nuestros quehaceres sean unos más dignos que otros deberíamos cultivar el conocimiento y poner claridad de ideas en nuestras vidas.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Irene, de Luis García Montero.

Irene
Así amanece el día
Claudio Rodríguez


¿Conoces ya la tinta meditada
de la primera luz?
Mira el esfuerzo
que en la copa más alta del bosque más oscuro
raya un momento, avisa y mientras cae
forma la claridad.
Así comienza el día.
Así también, contigo,
cobran todas las cosas
un impreciso afán por empezar de nuevo,
por ser tu compañía
cuando el tiempo aparezca.

Y no es el mecanismo
oxidado de un tren lo que se mueve,
ni las maderas de la barca
están secas aún. No en todas las historias
el tiempo necesita la nostalgia.

Pero tiene la luz recuerdos que son nuestros.
Van a bajar los dioses de sus libros,
alguien descubrirá que el mundo es navegable,
habrá días y noches, y en la luna
de lo ya sucedido
respirará la fábula blanca del calendario.

¿Qué haremos de nosotros
ahora que los espejos todavía
no tienen una sombra que llevarse a sus láminas
y los recuerdos nacen aprendiendo
a contar hasta diez?
¿Qué podemos hacer con lo que nos han dado?

Como una insinuación, como la piedra
interroga al estanque,
cae la luz en el sueño de la casa.

Y la distancia,
esa divinidad que medita en el agua
de los puertos,
vuelve al pasado, busca entre sus mitos
un ángel sin heridas,
una nueva metáfora,
algo que no es tu nombre,
pero que yo pronuncio desde el fondo
abierto de tus ojos.

Quise ser Miguel Hernández.

Quise ser Miguel Hernández,
para cantarle a la revolución allí por donde fuera,
a las labores de labranza y a las de siega,
a los trabajos cotidianos de la agricultura y
a las faenas, de los obreros en las fábricas
y en su tarea,
al pueblo soberano que determina su destino,
que levanta barricadas ante la marea
de estupidez inequívoca y manifiesta.

Quise ser Miguel Hernández aunque ahora no lo sea.
Mis circunstancias históricas son otras,
mi país vive bajo la apacible monarquía,
en una coyuntura corrupta y rastrera,
los trabajadores no tienen en el horizonte
transformar la sociedad si no adecuarse
a lo que el dinero les ordena.

Quise ser Miguel Hernández aunque ahora no lo sea,
está claro que en mí y en mucha otra gente,
su espíritu queda.

Compañera.



Compañera,
Me parecía que su presencia era
como las tardes grises,
los mediodías de invierno,
en los que solícitos
nos dirigíamos a la hora del descanso
a las cotidianas formas de esparcimiento,
a los virtuosos menús diarios.
Usted sabía que
me aburrían
sus gestos programados
su estática belleza
testimonio de una imagen,
en la cual,
una persona hablaba con una pieza de porcelana.
Sin embargo,
le agradecía entre otras cosas,
la sonrisa de un niño,
el aprendizaje común,
la experiencia compartida,
el estatus de "pater familias",
el brillo de una luz después de una tormenta.
Compañera,
la esperaba, para que las tardes grises se tornasen soleadas,
para que hiciéramos de cada estación una primavera,
y a que juntos retomásemos
el frecuente sentir de lo que eran,
la alta cumbre,
la poblada arboleda,
el rugir de una cascada,
la felicidad postrera,
el caminito hasta el valle,
Sólos Usted y yo,
qué más quiere, Compañera.

Los rincones del inconformista.


Me he creado un blog a partir del google como necesidad de comunicación con el mundo en general. Lo llamé los rincones del inconformista, porque me pareció un detalle el hecho de que los matices, las imágenes grabadas en nuestra retina, la inagotable lluvia de señales cotidianas suponen en nuestra memoria rincones y, por supuesto, me considero persona inconformista, con espíritu progresista, y ganas de aportar, desde mi parcela, un granito de arena a mi familia, comunidad en la que vivo, barrio, ciudad, país, mundo, universo. La foto es de una casa que hay en la calle del agua del albaicín granadino a la que siempre mi madre hacía referencia cuando después del colegio pasábamos cerca y comentaba que quería tener un lugar en el que vivir como aquél. Ese balcón con macetas a las que regar y flores, unido al día luminoso ofrecía un bello espectáculo de color.