caminos no transitados y por los que merece la pena caminar.
La plenitud no se consigue de manera sencilla,
siempre existe un arduo camino hasta encontrar la alegría.
Qué habría sido de nosotros sin unas cuantas palabras de más,
quizás al tiempo habríamos permanecido extraños de nosotros mismos,
ignorantes y distraídos, quizás nos importaríamos menos...
Matinal II) Creo que lo nuestro fue un error muy acertado,
una debacle bien construída,
un despropósito cuyo recuerdo es placentero por instantes
y otros ni siquiera me acuerdo.
Defina qué es el dolor...
Lo que sí está claro es que ningún hundimiento es completo, ningún naufragio es en balde.
Matinal III) Cada vez que te observo,
una secreta alegría irrumpe en mí,
y es esa erupción de los sentidos no planificada
ni consensuada con los sumos sacerdotes
de la moral, de la costumbre, ni con aquel príncipe danés,
la manera que tengo de presentarme ante tí, querida mía.
No hay razones para desconfiar de lo que a todas luces
es una gran historia de amor con desarrollo amable.
Matinal IV) La tarde se presenta plácida y serena,
los pájaros cantan alegres en el jardín florido.
Las rosas colaboran a esta orquesta de los sentidos
con su maravilloso perfume. Las hay rojas, amarillas,
algunas blancas, pero todas tienen ese tallo duro
adornado con espinas. ¿Qué sería de las rosas
si no tuvieran espinas?
La tarde se antepone al devenir del día,
no usurpa tronos ni cetros,
tampoco comprende de la palabra
monarquía.
¿Quién tiene las palabras para definir la tarde?
La tarde es ella misma,
envolviéndose en un manto de esperanza,
sutil y delicada
como la luz de su decadente
paso,
nunca hubo más esplendor
en una decadencia semejante,
nunca se concentró la belleza
como en este lapso de tiempo
en que tu mirada valiente
acompaña
al final de esta jornada.
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