lunes, 17 de septiembre de 2012

Te busqué, te busco, te buscaré.

Te busqué entre callejuelas y compases de atardecer
bañados por las luces anaranjadas y blanquecinas de las farolas. 
Te busqué sin fortuna y no te encontré 
ya la noche es testigo 
del desierto inequívoco 
por el que el transeunte 
errante 
culmina los días 
y afronta su devenir cotidiano. 
Te busco
y, sin embargo,
desisto, me desanimo y
me entrego,
no hay energía suficiente
que pueda alcanzar,
muchas barreras
nos bloquean.
Te buscaré o quizás me busques tú,
quién sabe,
sería un bonito colofón,
yacer juntos,
deseado epílogo
para nuestra
odisea colectiva.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Nuestro acto de amor.

Nuestro acto de amor no fue más que una huída hacia adelante,
un grito mayúsculo en el desierto de nuestra existencia,
pero estuvo lleno de encanto y supo generar
esa esperanza que tanta faltaba nos hacía,
aunque los árbitros de la elegancia
nos marcaran el paso
y quisieran ponerle puertas al campo,
llegaste a saber que te quería.

Fue ese lento crepitar 
de las hojas de otoño 
cuando son aplastadas 
por el zapato terco 
el que me recordó 
la sensación que tuve 
al perderte, ¿acaso alguna vez te tuve? 
Vanas ilusiones 
que se dispusieron 
como un rompecabezas 
desordenado 
sobre la alfombra 
del salón de estar y 
gotas de luz clara 
propias de un atardecer 
de invierno. 
Vendrá otra vez la primavera 
a recordar 
los vestigios 
de este antíguo y oficioso 
sentimiento, 
como barcas 
que vuelven a un puerto
que está acostumbrado
al tráfico de las embarcaciones.

Romance, coplilla jocosa y mejorable de Maria Encarnación Fernández García

Romance, coplillla jocosa de Maria Encarnación Fernández García (alias "Encanni")
Maria Encarnación Fernández García era la niña más bonita de Andalucía.
Su padre, un importante ingeniero la cubrió de mantones y de sombreros, le colocó una tela de araña que le iba recomiendo las entrañas de las ya de por sí carcomidas estructuras de la razón.
Maria Encarnación Fernández García siempre se levant
aba a las doce,
era persona de empaque,
aunque en el ajedrez siempre le daban pronto jaque.
Su armario es más ancho que el parque de Maria Luísa,
su carruaje era tirado
por nobles caballos
y conducido por un mozo con camisa.
Maria Encarnación Fernandez García
nunca se perdía la misa de ocho,
al salir
siempre la esperaba
el ama de llaves
y le daba un bizcocho.
El día en que perdió la sonrisa
se fue a confesar,
el cura le mandó dos padresnuestros,
un ave maría
y le agradeció la botella de anis
que le había regalado su tia Visitación.
Su belleza era eclipsada
por la guapura incontestable de la Chelo,
una chica del barrio de Triana,
que se lavaba la cara
en una palangana.
Maria Encarnación Fernández García,
iba de veraneo a Punta Umbria
con todas las criadas y todas las ayudas.
Bajaba en palio a la playa,
y su primo Jacinto, que era párroco
en san tormento,
bendecía el agua del mar.
Encanni era la linda flor de un jardín
privado,
su hermano Juan
le hacía todos los recados,
y en navidad
daba buena cuenta de
alfajores, polvorones y mantecados.
Maria Encarnación Fernández García se reía sin gracia,
era envidiosa, miserable y mohina,
nunca se tomaba
el café sin cafeína.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Conflicto de intereses.

En cualquier conflicto de intereses, 
hay una parte agraviada y otra que forma el agravio. 
Las legiones del tiempo transportan 
expediciones de melancolía, 
recelo, desconfianza, 
comandos de energía 
que se disipa como desaparece una hoja de árbol
que sigue la corriente de un río. 
En cualquier conflicto de intereses, 
uno debe recobrar la confianza,
rearmarse y seguir vivo,
aunque las esquelas de los hipotéticos diarios
nos hayan dado varias veces por fallecido.
En cualquier conflicto de intereses,
situése del lado de lo prohibido,
es la única manera de
darse cuenta
si vale la pena resistir el castigo.
En cualquier conflicto de intereses,
hay varios finales, varios epílogos.
Cada vez que construyo un final,
deseo firmemente acabarlo contigo.